
Copiado el formato de la TV francesa, la operación de TVE de fabicrarle al presidente un entorno favorable a "su talante" para remontar imagen se queda un fiasco. Sabedores de que no resiste un debate de fondo con un contricante serio ni un tercer grado con periodistas independientes, el formato light de "ordinary people in front of" se le ha ido directamente contra la jeta. ZP, además de tramposillo e incongruente, ni siquiera es simpático. A alguien le van a echar la bronca. Igual resulta que en el siguiente programa D.Mariano, sesuso pero soso, hasta le gana en simpatía. Como para que Moraleda se corte las venas!

Es lo que dicen algunos PR-Noticias:
Fracasa la operación de lavado de imagen ante la escasa cercanía de Zapatero
Señor Presidente ¡no me responda siempre lo mismo!!
No vamos a hablar del lo que cuesta un café –anécdota que da cuenta que en Moncloa los cafés son gratis- ni del detalle de las declaraciones de Zapatero en su entrevista ciudadana en TVE, ampliamente recogidas por otros medios. Simplemente nos quedamos con las valoraciones generales. El propio Lorenzo Milá lamentaba a la salida del plató la poca cercanía de Zapatero en los temas concretos, mientras que todos quienes vimos la entrevista nos preguntamos porqué Zapatero insiste en su discurso preestablecido e inamovible, que en nada ayudó a 'lavar su imagen', uno de los principales objetivos de la entrevista según algunos sectores del PP.Como formato es novedoso. Como entrevista periodística, nada. Las dos horas de ayer en TVE no sirvieron para contestar sobre los temas que están en la calle. Y eso que lo que ocurre en nuestro país interesa, y así lo demuestra la audiencia: un brutal 30.3% de share. La entrevista de Zapatero (técnicamente magistral, por cierto: un 10 para los equipos de TVE) hubiera podido ser una oportunidad de oro para que el presidente se luciera. Pero al final se quedó en un mero masaje, porque el formato demostró que no permite entrar en profundidad en nada, ni tampoco repreguntar cuando no se dice nada al respecto. Se pudo ver nada más comenzar: la crispación que vive nuestra vida política, y qué está ocurriendo con el entorno de etatiene al país preocupado. Sin embargo, escuchando a Zapatero daba la impresión de que en España vivíamos en los mundos de Yupi: todo iba bien, razonablemente bien o se está trabajando en ello. Pero, pese a tener su parte de razón en algunos aspectos… no todo es tan estupendo. Alguna de las primeras intervenciones lo dejaba claro: los españoles no estamos demasiado contentos con nuestra clase política. Y a la gente de la calle le preocupa lo que está ocurriendo con el terrorismo, si se sigue negociando con eta, Navarra, el tema de Juana Chaos o la actuación de la Fiscalía en el caso Otegi. Y, por supuesto, el clima de crispación que se respira entre los dos grupos mayoritarios de nuestro país y el poco (o ningún) respeto que se muestran. Excepto en estos asuntos (que por cierto, no ocuparon ni 10 minutos de las dos horas del programa), el resto de preguntas fue casi un paseo para Zapatero. Y lo peor es que se veía venir. Al programa le faltó que se hubiera podido profundizar más en algunos temas, que Lorenzo Milá hubiera cogido el toro por los cuernos y hubiera repreguntado a Zapatero con insistencia por algunos asuntos de los que el presidente se zafaba con facilidad apelando a esa mala costumbre de los políticos de hablar sin decir nada. El único momento en el que el subdirector de informativos de TVE se saltó el guión fue para hacer una pregunta obligada: la nueva marca de Batasuna para las municipales, y si se va a permitir al entorno abertzale presentarse a esas elecciones. Y lo hacía tras aclarar que como los ciudadanos habían estado casi encerrados durante todo el día no habían podido enterarse de la que sin duda era la noticia del día. El único momento de tensión se vivió cuando una ciudadana navarra dejó a Zapatero contra las cuerdas al preguntarle si formaría gobierno con Nafarroa Bai y el Partido Comunista de las Tierras Vascas, sí o no. Y cuando el presidente se fue por los cerros de Úbeda volvió a pedir la palabra para exigir claridad con un claro tono de indignación. Por lo demás, trabajo, hipotecas y vivienda joven, inmigración, dependencia, igualdad, asuntos en los que Zapatero se mostró seguro pero en su discurso preestablecido e inamovible, que nos recordaba a comparecencias y respuestas dadas mil y una veces . Incluso cuando alguno le preguntara si realmente sabía cuánto cuesta un café: para el presidente 80 céntimos, lo que para el ciudadano quedaba en tiempos del abuelo Patxi. Eso tras decirle una verdad como un templo: que a las familias de hoy no les cunde el dinero. Pese a ser 100 los seleccionados, sólo hubo tiempo para contestar a 42 preguntas: entendible que los elegidos quisieran centrar sus preguntas, o que tardaran más de lo normal al ponerse nerviosos, pero también hubo respuestas eternas de ZP. En fin, como formato novedoso, pero como formula… floja. No sirvió para que el presidente aclarase nada sobre lo que afecta a día de hoy a la vida política. Ahora bien… también fue un baño de realismo. Que tome nota de dónde se está metiendo: una votante que se reconoce votante socialista le espeta que no entiende por qué se negocia con los terroristas. Y otra le recrimina haber olvidado el ‘no nos falles’ que le aupó a la Moncloa. Y lo peor es que el presidente le reconoció que no le preocupa lo que pensase, porque él, desde su torre de marfil, sigue pensando que ha hecho las cosas bien. Respecto de los temores del PP de que Tengo una pregunta para usted se transformase en un mitin político, se habrán dado cuenta de que el propio Zapatero se encargó de tirar por tierra estos intereses, a pesar de tener todo a su favor. Se extrañaron asuntos y medidas concretas. En todas las preguntas Zapatero señaló que se estaba haciendo algo, pero nunca especificó a qué se refería. Un adormilado Lorenzo Milá intentaba no desfallecer ante respuestas que a veces llamaban a una buena siesta. El caso es que si Barroso y el equipo de Comunicación de Moncloa pretendía que con esta entrevista Zapatero ganara enteros, estuvieron muy lejos del objetivo. En la tele pública y ante seis millones de espectadores, el Presidente de Gobierno se mostró lejano y en poca sintonía con los problemas reales de la gente (el caso de café a ochenta céntimos es decidor).
No hay comentarios:
Publicar un comentario